En su vertiente más canalla, Carlos Michel
Fuentes (1968) presenta un conjunto de ilustraciones ad hoc donde
el derroche de la idea y la factura del dibujo son los protagonistas. Esta vez,
en el terreno de la ilustración, se expresa a través del sarcasmo, la ironía y
el doble sentido.
La hilaridad, algo tan consustancial de lo
caricaturesco, se revela en el conjunto como un recurso sutil y final. El
artista ironiza con los “suicidios” cotidianos del ser humano, los complejos,
las culpas, las nimiedades, las flagelaciones, las miserias, las felonías, en
lo que podríamos describir como una relectura del “mea culpa”. Un “asesinato”
del alter ego.
Como si de una pelea de boxeo se tratara, los
dos “yo” suben a un ring a cruzar guantes, intentando el knock-out del
adversario. ¿Quién terminará vencido? ¿Quién caerá de bruces sobre la lona? ¿El
yo visible? ¿El yo disimulado? En este punto de giro, quizá ninguno de los dos
está llamado a vencer. Al menos sabemos que hay algo destinado a perder: la
doble moral. Esa que nos habita, de una manera u otra, en cada día de la
existencia.
A. Rosell / R. Díaz.